lunes, 7 de febrero de 2011
¿Puede una silla cambiar el mundo?
Lo decía Juli Capella, apóstol nacional del diseño, en la entrevista que le hicimos el mes pasado en Esquire. “Si pudiera elegir un solo objeto, ése que hubiera soñado crear, elegiría la silla Panton”. Creada por Verter Panton en 1960, sus formas soportan el paso del tiempo perfectamente y aún decoran cientos de despachos y salas de reuniones por todo el mundo. Hoy visito el Museo de Diseño Vitra (la firma de sillas que lleva fabricando la Panton desde hace cinco décadas), a las afueras de Basilea, una de las ciudades con “más arte” de la Vieja Europa. Galerías, museos por arrobas y la Feria de Arte (que se celebra en junio) más importante del globo. Un buen lugar para perderse unos días.
Auspiciada por la firma Vitra, este museo reúne arquitectura y diseño es un espacio industrial donde se produce, se crea, se fabrica y se exhibe. Una pasada. En una esquina, dentro de las joyas de la corona, como un Picasso o un Degàs, una silla Panton muestra orgullosa sus curvas junto a la foto de su diseñador (arriba). Divinas curvas. Cerca, sobre una mesa, descansa un libro que no está dejado al azar: 50 sillas que cambiaron el mundo. En la portada, la Panton.
(por Daniel Entrialgo).
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